Para problemas de la piel. El pueblo termal con “agua de terciopelo” y el glamour de la belle époquePor Pierre Dumas
Los pueblos del Poitou tienen todos la misma fisonomía. En esta región de llanuras del oeste de Francia, alrededor de la ciudad de Poitiers, se alinean casas de dos pisos ubicadas a ambos lados de calles angostas. Las fachadas están hechas con bloques de piedra blanca de la región y los techos son de pizarra negra. Las iglesias, que apenas se hacen notar en estos paisajes más bien uniformes, suelen conservar reminiscencias de estilo románico, señal de que fueron construidas en torno del fin del primer milenio. Aunque desértico, el espacio público de estos pueblos parece cuidado por profesionales del detallismo: los empedrados, los canteros y las veredas se ven prolijamente mantenidas y tratan de insuflar armonía para compensar la vitalidad ausente. Forman así una suerte de acuarela campestre que vive, en pleno siglo XXI, según un ritmo marcado por las estaciones, las cosechas y los ciclos de la fabricación de quesos de cabra (que se exportan al mundo entero), tal como se hacía ya hace siglos.